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Crónica de una crisis anunciada: nueva ofensiva de Israel en Gaza

Alejandro Gálvez

Alejandro Gálvez

Experto en Israel y Territorios Palestinos Ocupados en Amnistía Internacional España

Los “Guardianes de los Muros” y la “Espada de Jerusalén”. Así han llamado Israel y Hamás, quien gobierna de facto en Gaza, a las operaciones militares que han provocado que Gaza amanezca, de nuevo, entre columnas de humo en la escalada más grave en la región desde el año 2014.

 

Con Benjamin Netanyahu anunciando mayor fuerza y frecuencia en los ataques, y Hamás y la Yihad Islámica amenazando con más y más ataques con cohetes, las cifras y eventos que se detallan a continuación probablemente queden desactualizados pronto. Con total seguridad, lo estarán incluso en el mismo momento de escribir estas líneas. Ello implica una realidad dolorosa: la situación actual es más grave incluso de lo que aquí se detalla.

Lo que comenzó en la siempre disputada Jerusalén Este, así como en uno de sus barrios, Sheikh Jarrah, ha derivado en un intercambio de ataques aéreos entre las Fuerzas de Defensa Israelíes y los grupos armados de Hamás. Para entender lo que está sucediendo, conviene recordar que Jerusalén Este forma parte de los llamados Territorios Palestinos Ocupados (Gaza y Cisjordania) y que, por lo tanto, se encuentra bajo jurisdicción del derecho internacional humanitario. Más concretamente, del IV Convenio de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Ello implica la prohibición de desalojos e imposición de leyes propias en el territorio ocupado por parte de la potencia ocupante, así como el respeto a la libertad de expresión, religión y reunión y la máxima garantía de que la población civil no sufrirá ningún daño colateral. Nada de esto se ha respetado en el último mes de tensiones, pero tampoco en los últimos años.

Qué ha pasado para llegar a esta situación: del comienzo del Ramadán a la mezquita de al-Aqsa

Las primeras chispas de violencia comenzaron hace un mes. El 12 de abril, coincidiendo con el comienzo del Ramadán, se produjeron enfrentamientos en la emblemática Puerta de Damasco: las autoridades israelíes impidieron a los musulmanes celebrar la fiesta en este punto tradicional de la ciudad, lo que para muchos fue interpretado como un símbolo de humillación, ya que la Puerta de Damasco es el principal punto de reunión musulmán en las noches del Ramadán.

El 23 de abril un centenar de palestinos resultaron heridos como consecuencia de enfrentamientos con la policía. Aquel día los manifestantes palestinos protestaban contra una marcha de cientos de ultranacionalistas israelíes que en pleno Ramadán gritaban “muerte a los árabes”. Desde las trágicas jornadas que precedieron a la guerra de Gaza de 2014, Jerusalén no había experimentado estallidos de esta magnitud. Aunque el 26 de abril las autoridades accedieron a levantar las restricciones en la Puerta de Damasco, la escalada de tensión no iba a terminar ahí.

Así, la mecha fue prendiendo de incidente en incidente entre musulmanes, ultraortodoxos y policía hasta encontrar el primer gran punto álgido la noche del viernes 7 de mayo al sábado 8, tras las oraciones del último viernes del Ramadán, en el complejo de la mezquita de al-Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Para los musulmanes, se denomina Noble Santuario y es el tercer lugar más sagrado del Islam. Para los judíos, se denomina Monte del Templo y es el primer lugar sagrado del judaísmo. Comúnmente, este espacio es conocido como la Explanada de las Mezquitas. Según Media Luna Roja, los altercados producidos aquella noche entre manifestantes palestinos y policías israelíes se saldaron con al menos 205 palestinos y 17 policías israelíes heridos.

El sistema antimisiles Iron Dome de Israel intercepta cohetes lanzados desde la Franja de Gaza hacia Israel, 10 de mayo de 2021. © REUTERS/Amir Cohen

Pocos días antes, la Corte Suprema de Israel ordenó que varias familias palestinas del barrio de Sheikh Jarrah, en donde llevaban más de cuatro décadas residiendo, evacuaran sus hogares. Este barrio, Sheik Jarrah, alberga a decenas de familias palestinas que formaban parte de los 750.000 refugiados desplazados durante la Nakba de 1948, y que se instalaron allí a partir de 1956. Al mismo tiempo, organizaciones de colonos israelíes han reclamado la propiedad de la tierra y han presentado múltiples demandas exitosas para desalojar a los palestinos del vecindario. Para entender y explicar lo que sucede en este barrio y en otras zonas de los territorios ocupados, es necesaria una explicación detallada aparte: los intentos sistemáticos de organizaciones de colonos israelíes de desalojar familias palestinas y destruir sus propiedades, la Orden Militar 1797, las calificaciones de zonas de tiro en los territorios ocupados para destruir propiedades palestinas, las israelíes Ley de Propiedad de Ausentes (1950) y la Ley de Asuntos Legales y Administrativos (1970), Las Guerras de 1948 y de 1967, la anexión ilegal de Jerusalén Este por parte de Israel que la ONU considera ilegal y sin efecto, siendo Jerusalén Este parte de los Territorios Palestinos Ocupados…todo ello es constitutivo de violaciones flagrantes del derecho internacional y sus efectos pueden constituir crímenes de guerra.

“Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional, que estuvo presente en el terreno, son terribles y evidencian un uso ilegítimo de la fuerza por parte de las fuerzas israelíes”

La situación ya de por si era bastante tensa como consecuencia de las constantes restricciones y las provocaciones ultranacionalistas judías durante el mes de Ramadán cuando el 7 de mayo más de 170 personas palestinas resultaron heridas cuando las fuerzas israelíes irrumpieron en el complejo de la mezquita de al-Aqsa para dispersar tanto a fieles como a manifestantes, disparando proyectiles de impacto cinético de 40 milímetros y granadas paralizantes contra la multitud allí congregada para las oraciones del último viernes de Ramadán. Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional, que estuvo presente en el terreno, son terribles y evidencian un uso ilegítimo de la fuerza por parte de las fuerzas israelíes que se repetirá constantemente durante los enfrentamientos siguientes: uso de proyectiles de impacto cinético, granadas paralizantes y periodistas afirmando que allí todo el mundo era un objetivo, tanto en el rostro como en el tórax. Los manifestantes respondieron lanzando piedras y encendiendo fuegos mientras fuerzas israelíes a caballo y con equipo antidisturbios repelían los ataques con granadas paralizantes.

Residentes palestinos del barrio de Sheikh Jarrah, en la Jerusalén Oriental ocupada, celebran manifestaciones pacíficas contra el inminente desalojo forzoso de cuatro familias palestinas, mayo de 2021. © AI

Tras un fin de semana de agitaciones, llega el lunes 10 de mayo. Casi el final del Ramadán para los musulmanes y conmemoración del Día de Jerusalén para los israelíes, que celebran lo que consideran la reunificación de la ciudad, mientras que para los palestinos supuso el inicio de la ocupación. La tradicional Marcha de las Banderas israelí, considerada como un acto de provocación por los palestinos, de esta jornada normalmente circula por el barrio musulmán desde la Puerta de Damasco, pero ante la creciente tensión, el desfile fue desviado hacia la Puerta de Jaffa en dirección al Muro de las Lamentaciones, atravesando los barrios cristiano y armenio para evitar su paso por las áreas más conflictivas. Finalmente, las autoridades decidieron cancelar la marcha tras activarse las alertas de seguridad en Jerusalén por el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza.

Previamente al inicio de los bombardeos, ese mismo lunes 10 de mayo, en la mezquita de al-Aqsa los palestinos estaban preparados para impedir la posible entrada de judíos de la Marcha de las Banderas. Durante los rezos de esa mañana, las fuerzas israelíes volvieron a irrumpir en el complejo de la mezquita De nuevo, investigadores de Amnistía Internacional presentes pudieron relatar lo que sucedió. Más de 300 manifestantes palestinos resultaron heridos. Un portavoz de Media Luna Roja contó a Amnistía Internacional que, debido a la violencia, al menos 250 personas palestinas habían sido hospitalizadas, de las cuales 7 se encontraban en estado crítico. Otra persona presente en el lugar dijo que las fuerzas israelíes habían empezado a disparar gas lacrimógeno desde los tejados antes de que llegaran más efectivos: “Empujaron a la gente al interior de la mezquita de al-Aqsa y bloquearon las puertas con cadenas […] después rompieron una ventana y lanzaron gas lacrimógeno al interior sobre la gente, que estaba literalmente encerrada y apenas tenía espacio para respirar o recibir asistencia médica […] Además de eso, empezaron a disparar balas de goma contra los fieles en el interior”. El mismo testigo dijo haber visto a fuerzas israelíes golpeando a transeúntes e interceptando vehículos que estaban evacuando heridos para fotografiar a las víctimas antes de que se las llevaran. A él mismo le dispararon en el pecho cuando se disponía a ayudar a un médico herido en el lugar.

El resultado de todo lo narrado hasta ahora, según Media Luna Roja, es un total de 915 palestinos heridos entre el 7 y el 10 de mayo en Jerusalén Este, a lo que se suman más de 200 en Cisjordania, la mayor parte por el uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad israelíes.

Un gran número de personas dolientes llevan el cuerpo del palestino Hussien al-Titi muerto durante los enfrentamientos con las fuerzas israelíes, en el campo de refugiados de Fawwar, cerca de Hebrón, el 12 de mayo de 2021. REUTERS/Mussa Qawasma

En este momento la cuerda está a punto de romperse. La tensión alcanza su cénit la noche del 10 de mayo; Hamás lanza un ultimátum: Israel debe retirar a sus fuerzas de la mezquita. Israel no se repliega. Hamás inicia el lanzamiento de varios cohetes, algunos de ellos hacia Jerusalén. La Marcha de las Banderas se cancela. Más tarde Israel responde bombardeando la Franja de Gaza. A las cinco de la tarde del martes 11 de mayo, Israel informa que han muerto dos mujeres civiles israelíes en la ciudad de Ashkelon como consecuencia de los cohetes lanzados desde Gaza. En la Franja de Gaza, los primeros bombardeos han provocado la muerte de al menos 28 palestinos, incluidos diez niños, y heridas a más de 150 personas como consecuencia de los bombardeos llevados a cabo por Israel como represalia. Entonces el año 2021 se retrotrae al año 2014, a la Operación Margen Protector. Aquellos terribles 50 días de julio y agosto dejaron 1.462 civiles palestinos muertos en Gaza (551 menores de edad) y otras 6 víctimas civiles en Israel. A lo largo y ancho de la Franja, los ataques israelíes destruyeron o dañaron seriamente numerosos centros escolares y sanitarios –ni siquiera hospitales y ambulancias se libraron de las bombas–, redes de agua y saneamiento, la única central eléctrica, granjas y negocios y más de 18.000 viviendas, lo que dejó sin hogar a 100.000 personas.

Todo estalla esa misma noche del 10 de mayo. Desde el comienzo de los bombardeos israelíes y el lanzamiento de cohetes palestinos, al igual que en 2014, la población civil se lleva la peor parte: Más de 1.500 cohetes lanzados por grupos armados palestinos han alcanzado áreas civiles del centro de Israel, así como pueblos próximos a la frontera con Gaza, acabando con la vida de siete israelíes e hiriendo a muchos más. Por su parte, los ataques aéreos de las Fuerzas de Defensa Israelíes le han costado la vida al menos 53 palestinos, 14 de ellos niños, y han destruido varios edificios residenciales en Gaza donde vivían decenas de familias palestinas, así como un edificio de oficinas. En este punto, tenemos que recordar, como en años anteriores, queel uso de armas indiscriminadas, como los cohetes lanzados hacia Israel desde Gaza, está estrictamente prohibida por el Derecho Internacional Humanitario. Por su parte, cualquier ataque israelí, incluidos los aéreos, deben dirigirse exclusivamente contra objetivos militares y con todas las precauciones posibles para evitar bajas civiles y evitar la destrucción de sus propiedades.

Imagen tomada con un dron que muestra los restos de un edificio destruido por los ataques aéreos israelíes, el 12 de mayo de 2021. © REUTERS/Mohammed Salem

En este contexto, el mensaje es claro y contundente: las Fuerzas de Defensa Israelíes y los grupos armados de Hamas en Gaza deben cesar las violaciones del Derecho Internacional Humanitario que conllevan la muerte y mutilación de civiles, así como la destrucción de viviendas e infraestructuras, tanto en las tensiones actuales como en otros casos flagrantes pasados, pero no lejanos. Todas las partes del conflicto deben cumplir con la obligación absoluta de proteger a los civiles con independencia de su nacionalidad.

Del mismo modo que en Amnistía Internacional hemos condenado en el pasado el lanzamiento indiscriminado de cohetes por parte de grupos armados palestinos, hoy lo volvemos a condenar, al igual que condenamos el castigo colectivo al que Israel somete a la población palestina mediante desalojos forzosos, ataques aéreos o destrucción de bienes civiles. Bajo el pretexto de atacar a Hamás, desde la madrugada del 11 de mayo, varios de los ataques aéreos israelíes se han dirigido contra edificios residenciales. Por ejemplo, la Torre Residencial Hanadi, un edificio de trece plantas, que ha sido completamente destruido y reducido a escombros. Los civiles fueron alertados para abandonarlo antes del impacto. Otro edificio, en este caso de oficinas, la Torre Al-Jawhara, sede de varios medios de comunicación y ONG, también fue seriamente dañado, mientras que el edificio Al-Shurouq, que albergaba también las oficinas de varios medios de comunicación, también fue reducido a escombros por las bombas israelíes. Otros edificios han sido parcialmente dañados al atacarse apartamentos específicos.

“Todos estos ataques deliberados contra objetivos civiles y la destrucción amplia e injustificada de bienes tienen un nombre: crímenes de guerra”

Todos estos ataques deliberados contra objetivos civiles y la destrucción amplia e injustificada de bienes tienen un nombre: crímenes de guerra. Destruir casas enteras de varias plantas haciendo que decenas de familias se queden sin hogar equivale a un castigo colectivo de la población palestina y es una violación del derecho internacional. Los bombardeos de zonas densamente pobladas por parte de Israel son crímenes de guerra. El lanzamiento indiscriminado de cohetes por parte de los grupos armados palestinos son crímenes de guerra. Y en medio, como siempre, la población civil sufriendo los efectos de operaciones como Plomo Fundido, Margen Protector, Guardianes de los Muros, Espada de Jerusalén… No son el título de ninguna película aunque las imágenes que estamos viendo estos días sean más propias de la ficción que de la vida real. Una vida que nos lleva de vuelta al pasado una vez más. ¿Hasta cuándo?

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