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10 preguntas y respuestas sobre derechos humanos

Juan Ignacio Cortés (@JuanICortes)

Juan Ignacio Cortés (@JuanICortes)

Colaborador de Amnistía Internacional

El pasado 10 de diciembre de 2020, la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplió 72 años. El pasado 28 de mayo de 2021, Amnistía Internacional, el mayor movimiento global por los derechos humanos, alcanzaba los 60. Uno pensaría que, a estas alturas, todo el mundo conocería lo que son los derechos humanos. Sin embargo, si miramos a nuestro alrededor, a las venas abiertas de este sufrido planeta Tierra, parecería que no es así.

 

¿Qué hacer frente a esta realidad? Siempre hay sitio para la desesperanza, por supuesto. Sin embargo, siguiendo el dicho del filósofo chino Confucio que inspiró al fundador de Amnistía Internacional, el abogado británico Peter Benenson, no vamos a maldecir en la oscuridad, sino a encender una vela. Una vela, en este caso, en forma de preguntas y respuestas muy básicas. Porque las velas, aunque tengan un mecanismo tan sencillo, son muy efectivas a la hora de ahuyentar las tinieblas.

La policía detuvo a dos miembros del personal de Amnistía Internacional cuando protestaban ante la embajada rusa en La Haya.

Manifestación a favor del derecho a la protesta pacífica. © AI 

1. ¿Qué son los derechos humanos?

Aunque la definición puede variar ligeramente de una organización a otra, en esencia son los “derechos y libertades fundamentales que tenemos todas las personas por el mero hecho de existir”. Así lo proclamamos en Amnistía Internacional, siguiendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos que aseguraba que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

2. ¿A quiénes protegen los derechos humanos?

Los derechos humanos protegen a todas las personas, pues son derechos intrínsecos (todas las personas los tienen por el mero hecho de nacer) e inalienables (nadie se los puede quitar, en ninguna circunstancia).

Aparte de esta lectura si queréis filosófica, decir que los derechos humanos nos protegen a todos tiene una segunda lectura más práctica. Los derechos humanos funcionan en base a dinámicas de bola de nieve. Me explico: cuanto más se respetan, reconocen y protegen, más fácil es que sean respetados, reconocidos y protegidos. Infelizmente, lo contrario también es cierto: cuanto más se ignoran, desprecian o violan, más fácil es que sean ignorados, despreciados y violados.

Esto quiere decir que defender los derechos humanos de otras personas, además de una cuestión de principios, es una cuestión de pragmatismo. Si los derechos de mi vecino están protegidos, es mucho más probable que los míos lo estén.

Vayamos a un ejemplo: pensemos en la Alemania de Hitler. El régimen nazi terminó masacrando a millones de personas, pero empezó reprimiendo a unas pocas. Como dice el poema fue primero a por los comunistas, luego a por los socialdemócratas, después a por los judíos y, finalmente, a por toda la gente. Si los alemanes hubieran reaccionado ante las primeras muestras de barbarie, la historia habría sido muy diferente.

Edificios abandonados y destruidos en el distrito de Ariha en Idlib, Siria, en febrero de 2020. Este lugar se convirtió en una ciudad fantasma tras la huida de los civiles de los ataques del régimen de Bashar al-Assad y sus partidarios.

Edificios abandonados y destruidos en el distrito de Ariha en Idlib, Siria, febrero de 2020. Este lugar se convirtió en una ciudad fantasma tras la huida de los civiles de los ataques del régimen de Bashar al-Assad y sus partidarios. © Muhammed Said/Anadolu Agency vía Getty Images

3. ¿Incluso a criminales y jefes de Estado?

Unir a criminales y jefes de Estado en una misma categoría puede ser problemático, aunque muchas veces es tristemente cierto. En fin, vamos a ello: tanto criminales como jefes de Estado tienen derechos humanos. Como cualquier otra persona, pues ya hemos dicho que los derechos humanos son intrínsecos e inalienables. Además de eso, son iguales para todas las personas.

¿Qué queremos decir? Pues que ni los criminales tienen menos derechos ni los jefes de Estado tienen más que cualquier otra persona. Por supuesto, los crímenes hay que castigarlos, pero siempre respetando los derechos del criminal —entre ellos, el derecho a la vida, que descarta la pena de muerte, y el derecho a un juicio justo—. A la inversa, ninguna persona puede parapetarse detrás de un cargo de jefe de Estado o de cualquier otro para no responder ante la justicia por cualquier violación de los derechos humanos que haya podido cometer. El respeto de los derechos humanos es incompatible con cualquier ley de amnistía u obediencia debida que sirva para evitar que una persona responda ante una acusación fundada.

manifestación contra la violencia policial en Estados Unidos

Manifestación contra la violencia policial en Estados Unidos. © Brandon Bell/Getty Images

4. ¿Hay alguna jerarquía entre los derechos humanos?

Ninguna. Los derechos humanos son indivisibles e interdependientesNi los denominados derechos civiles y políticos (derecho a la vida, a la libertad de expresión, a la libertad de movimientos…) tienen más peso que los llamados derechos económicos, sociales y culturales (a la educación, a la salud, al trabajo…), ni viceversa. Al contrario, van de la mano. Y los avances en uno de los campos de los derechos humanos repercute en el otro.

5. ¿Quién es el garante de los derechos humanos?

Hay múltiples tipos de garantías y garantes de los derechos humanos. Básicamente se dividen en dos: garantías institucionales y garantías sociales. Es decir, las que están en manos de las autoridades y las que están en manos de los y las ciudadanas.

Las garantías instituciones son, básicamente, las garantías legales (el reconocimiento de los derechos humanos en los textos legales de un Estado, empezando por la Constitución) y las garantías judiciales (también denominadas garantías secundarias, pues entran en acción cuando la ley no ha sido suficiente elemento de protección).

Además, están las garantías y los garantes supranacionales, los distintos organismos intergubernamentales creados por los Estados para proteger los derechos humanos, entre los que destacan la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Marcha del Orgullo

Marcha del Orgullo. © Pierre Crom for Amnesty International

El problema es que, muchas veces, los garantes que deberían cumplir y hacer cumplir estas garantías —los Estados— son precisamente quienes más atentan contra los derechos humanos. Por eso, en última instancia, estos solo se garantizan a través de la participación ciudadana en el ámbito político y judicial, bien a través de interacciones regladas, bien a través de la movilización y la protesta mediante huelgas, manifestaciones u otras acciones reivindicativas.

Al final, hay que tener en cuenta que, como dicen los profesores Marco Aparicio Wilhelmi y Gerardo Pisarello: “la mayoría de los mecanismos de garantía de los derechos hoy existentes son el producto de movimientos de presión social que nacieron, muchas veces, en condiciones de ilegalidad“. No en vano el Artículo 23 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1793 aseguraba que la última garantía social de los derechos humanos es “la acción de todos para asegurar a cada uno el goce y la conservación de sus derechos”.

6. ¿Tienen obligaciones las personas, además de los Estados?

Sí, claro. Los derechos humanos, como acabamos de ver, son una cuestión que concierne a todas las personas y que solo podemos defender entre todas. Por si tienes alguna duda, ahí están los artículos 29 y 30 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que aseguran que “toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”. Esos deberes incluyen limitaciones para “asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás”.

Un palestino cuya casa fue destruida por Israel sostiene una pancarta durante una protesta frente a la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la ciudad de Gaza el 20 de abril de 2016.

Un palestino cuya casa fue destruida por el ejército israelí sostiene una pancarta durante una protesta frente a la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la ciudad de Gaza, 20 de abril de 2016. © MOHAMMED ABED/AFP vía Getty Images

7. ¿Por qué algunos grupos necesitan una defensa especial de sus derechos humanos? ¿Significa esto que tienen más derechos que otros?

En absoluto. Lo repetimos: los derechos humanos son iguales para todas las personas. Lo que sí es cierto es que existen personas cuya situación es especialmente vulnerable, debido a diferentes circunstancias, y cuyos derechos deben ser protegidos de manera especial, como reconocen diversos tratados y textos de derechos humanos. Es el caso de las personas discapacitadas, las mujeres, los y las menores de edad, las personas migrantes o los pueblos indígenas.

8. ¿Quiénes pueden cometer violaciones de derechos humanos?

Cualquier persona puede atentar individualmente contra los derechos humanos de otra persona. Sin embargo, las más graves violaciones de derechos humanos provienen de actores capaces de ejercer la violencia a gran escala. Es el caso de los grupos armados de mayor o menor tamaño que por motivaciones políticas o criminales disputan a los Estados el monopolio del uso de la violencia y, por supuesto, los propios Estados y los distintos agentes a su servicio entrenados en el uso de esa violencia (fundamentalmente, las fuerzas militares y policiales).

Hay que reseñar que, sea quien sea el agente causante de una violación de los derechos humanos, el Estado siempre tiene una responsabilidad en la misma, pues es el garante primario de los derechos humanos de las personas que viven en su territorio.

Activistas de Amnistia Internacional

Activistas de AmnistIa Internacional en una manifestación proderechos humanos. ©  Ana Fernandez/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

9. ¿Es posible hacer efectivos los derechos humanos cuando los recursos son limitados?

En el caso de esta pregunta, sí que podemos hacer una distinción entre los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales. Los derechos civiles y políticos se pueden hacer efectivos en casi todos los casos, pues el respeto a la vida, a la libertad de expresión o de creencias no implican, salvo en muy contadas ocasiones, gastos ni inversiones. Garantizar el derecho a la salud, la educación o el trabajo digno es una historia bien diferente.

El mismo Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconocía este hecho en su artículo 2, admitiendo que el pleno ejercicio de estos derechos sería una conquista gradual: “cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas (…) para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados (…) la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos”.

En ningún caso el reconocimiento de esa gradualidad o progresividad implicaba exonerar al Estado -de hecho, a la comunidad de Estados, pues el Pacto hacía un llamamiento muy explícito a “la asistencia y cooperación internacionales”– de la necesidad de reconocer y caminar hacia el pleno cumplimiento de esos derechos.

Aficionados y aficionadas asisten a un concierto organizado por Amnistía Internacional en el Giants Stadium, Nueva Jersey.

Aficionados y aficionadas asisten a un concierto organizado por Amnistía Internacional en el Giants Stadium, Nueva Jersey. © Images Press/IMAGES/Getty Images

10. ¿Se han realizado progresos para reducir las violaciones de derechos humanos?

La respuesta corta es “sí, aunque a veces parezca que no”. La respuesta larga ocupa miles de horas de lectura, visionado y escucha de noticias e informes, a veces cargadas de esperanza, a veces causantes de desesperación. Pero lo cierto es que con cada persona acusada de un delito que es sometida a un juicio justo, con cada persona detenida que deja de ser torturada, con cada persona encarcelada por sus creencias o forma de vida que es puesta en libertad, con cada dirigente que rinde cuentas… avanzamos hacia un mundo más justo y más respetuoso con los derechos humanos.

Aún queda mucho por hacer, es cierto, y aquí volvemos al principio, a Confucio y a Peter Benenson: “más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”. En Amnistía Internacional mantenemos nuestra vela encendida para luchar por un mundo donde todas las personas disfruten de los derechos humanos. Y no nos detendremos hasta lograrlo. ¿Nos ayudas a conseguirlo?

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