Wendy Galarza
Activista feminista, integrante del Comité de Víctimas del 9N
- enero 28, 2022
- Por Amnistía Internacional
Cancún es uno de los principales destinos turísticos en México, pero también se encuentra en los primeros lugares de explotación sexual infantil, violencia de género y por supuesto uno de los primeros lugares a nivel nacional en cuanto a presuntos delitos de feminicidio (2.87 feminicidios por cada 100 mil mujeres según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública).
Mi nombre es Wendy Galarza y soy sobreviviente de la represión policial ejercida el 9 de noviembre de 2020 en contra de manifestantes que exigimos justicia por el feminicidio de Bianca Alejandrina “Alexis”, en Cancún, Quintana Roo.
Las mujeres estamos saliendo a las calles a luchar por dos razones: la primera es por la empatía que tenemos con las familias de víctimas de feminicidio, por toda la violencia institucional, revictimización y el nulo acceso a la justicia que reciben al ir a exigir esclarecimiento por los asesinatos de sus hijas, hermanas o madres. La segunda razón es que tenemos miedo de ser la siguiente mujer asesinada.
Lo irónico de la situación es que también cuando salimos a manifestarnos somos violentadas, y prueba de ello es que esa noche del 9N cuando yo salí a exigir justicia por Alexis, pude haber sido la siguiente víctima de feminicidio a manos del Estado.
El 7 de noviembre la ficha de desaparición de Bianca (Alexis) empezó a circular por redes sociales. Todas compartimos la noticia y aun sin conocerla nos dolía. Al día siguiente encontraron su cuerpo en bolsas negras en la periferia de Cancún. La indignación de lo que pasó y cómo sucedió llevó a la sociedad civil y a las colectivas feministas a organizar movilizaciones para alzar la voz por la creciente violencia feminicida en el estado de Quintana Roo.
El 9 de noviembre de 2020 a las 4 de la tarde salió una marcha en el km 0 de la zona hotelera de Cancún, ahí donde inicia “El Paraíso”. La marcha se dirigió a la Fiscalía General para encontrarse con la gente que había asistido al llamado de las colectivas feministas a una concentración pacífica. Había un aproximado de mil personas gritando el nombre de Bianca y el de otras mujeres víctimas de feminicidio. Tan solo ese fin de semana habían sido asesinadas 3 mujeres.
Después de un largo tiempo de gritar consignas, hacer iconoclasia y prender fuego a las afueras de Fiscalía, la concentración se dirigió al Palacio Municipal de Cancún, en donde al parecer todo estaba puesto para nuestra llegada. Solo pasaron de 10 a 15 minutos en lo que los contingentes llegaron para que los policías empezaran a disparar. Entre gritos de: “Alexis, hermana, aquí está tu manada” y “No se va a caer lo vamos a tirar” iniciaron los disparos. Al principio los policías apuntaban sus armas largas al cielo y cuando las personas manifestantes empezamos a correr por nuestras vidas, dirigieron los disparos directo hacia nuestros cuerpos.
Yo iba con mi novio Abel, lo tomé de la mano y empezamos a correr, me pidió que me tranquilizara. Mientras nos dirigíamos a nuestra motocicleta para intentar salir de ahí, nos alcanzó un grupo de policías que nos impidieron retirarnos. Uno estaba delante tapando nuestra salida, otros más atrás de nosotras y uno al lado, mismo que de una patada tiró nuestra motocicleta y caímos al suelo. Aquí inició la brutalidad. Nos golpearon con toda su fuerza y con lo que tenían en las manos (toletes, escudos, ramas de árboles, con nuestros cascos de la motocicleta) la intensidad de los golpes fue tanta, que no pude diferenciar entre los golpes y los disparos que entraron a mi cuerpo. Uno de los disparos me dio en la pierna y otro entró en mi glúteo y salió de un lado de mi vulva.
Esto sucedió a unos metros de donde estaba Cecilia Solís, una periodista que también fue herida de bala en la pierna, al igual que Roberto Becerril, otro periodista quien pasaba corriendo por su vida de la mano de su esposa, Yoshira. A diferencia de los impactos de bala que recibimos Cecilia y yo, Roberto tuvo que entrar a cirugía, ya que la bala se incrustó en su pierna.
En la misma explanada, a la misma hora, un grupo de chicas decidieron tirarse al suelo al escuchar los disparos para evitar ser heridas. Ellas creyeron que estarían a salvo, pero no fue así. Un grupo de policías y personas vestidas de civiles empezaron a golpearlas, patearlas y escupirles. A Alice, una compañera manifestante, después de insultarla trataron de golpearla con un palo en la cabeza. Al cubrirse del golpe, le dieron a otra compañera llamada Gloria, produciendo una lesión en su cabeza, la cual en el hospital no atendieron adecuadamente. Otra compañera llamada María, mientras reclamaba por sus derechos y les decía que lo que hacían era ilegal, a modo de castigo, la separaron de las chicas y la torturaron sexualmente. A Annette, Lenis y Paola, otras tres compañeras, las siguieron jalando y les robaron sus pertenencias.
Otra compañera llamada Karen se cayó y se lastimó su rodilla mientras corría por su vida entre las balas. Esta lesión le produjo inmovilidad por algunos meses. En ese momento, mientras Karen intentaba sobrevivir, en el extremo del Palacio de Gobierno estaban lastimando a otra manifestante llamada Quetzaly. A ella la llevaron al interior del Palacio para ahí torturarla sexualmente.
Julián, otro compañero manifestante, fue perseguido por policías para quitarle el celular donde estaba evidenciando el infierno que todas las personas manifestantes estábamos viviendo. Fue arrestado y también llevado al interior del Palacio Municipal. Ahí lo torturaron y resultó herido en la frente. Al igual que la herida de mi compañera Gloria, la herida de Julián no fue atendida adecuadamente. Las 8 personas que estaban en el Palacio Municipal fueron detenidas arbitrariamente y trasladadas en una patrulla estatal a la Fiscalía; lugar donde les tomaron fotografías y sus datos fueron registrados.
Imagen de la campaña “Grito Monumento” de Amnistía Internacional México.
Esta es una historia de terror, en donde al día de hoy no tenemos justicia. Nuestras audiencias no han avanzado, siguen sin “encontrar” a los policías, no tenemos verdad, no sabemos ni quién dio la orden ni quiénes accionaron sus armas. Para la magnitud de los hechos ocurridos ese 9 de noviembre de 2020, la Fiscalía General sigue omisa y cómplice. Las investigaciones son deficientes, y de reparación integral del daño ni hablamos, pues nos dimos cuenta cómo La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAVEQROO) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CDHEQROO) usaron nuestro caso solo para sus fines políticos. Asimismo, violentaron nuestros derechos una vez más con acciones deficientes relacionadas al cumplimiento y seguimiento de la recomendación de derechos humanos que fue emitida con celeridad para solo culpar al Ayuntamiento de Benito Juárez y eximir la actuación del Estado en esta represión.
Tampoco hablar del ayuntamiento, porque nada bueno hemos recibido de la administración de la señora María Elena Hermelinda Lezama.
Es importante reconocer que esta represión policial nos trajo cosas favorables también, una de ellas fue la conformación de una nueva familia: El Comité de Víctimas del 9N, y por supuesto el acompañamiento de Amnistía Internacional México para nuestro caso. Días después de lo acontecido en aquella plaza, y de una forma muy respetuosa, la organización se acercó a nosotras para platicarnos acerca del maravilloso informe “La Era de las Mujeres”, en donde ya estaban documentadas otras represiones en México de manifestaciones feministas. Ahí nos dimos cuenta de que no estábamos solas.
Imagen de la campaña “Escribe por los Derechos 2021” de Amnistía Internacional.
Además del acompañamiento, Amnistía internacional México nos ha brindado la seguridad para hablar de lo que sucedió, porque sentimos el respaldo de todo el movimiento. El amor que recibimos por parte de la organización es tangible y representa algo muy grande para nosotras.
También, tuve la oportunidad de ser parte de una de las campañas internacionales más importantes del movimiento: “Escribe por los Derechos”. No hay palabras para describir lo que siento cuando veo que no solo es mi caso es el que se está visibilizando en todo el mundo, sino también el de mis compañeras y compañeros manifestantes que al igual que yo, fueron reprimidas esa noche del 9 de noviembre de 2020. Gracias a Amnistía Internacional por estar.
El Comité de Víctimas del 9N es un colectivo mixto en el cual defendemos nuestra dignidad y la verdad. Cada mes regresamos al mismo lugar donde nos dispararon, nos torturaron y abusaron sexualmente de nosotras para re-significarlo. También volvemos para defender nuestro derecho a la libre manifestación, expresión y para hacerles ver que ni con balas pudieron callar nuestra voz. Cada día 9 les demostramos que todas las formas de manifestarnos son válidas y que lo más importante es que: NUESTRA VENGANZA ES SER FELICES.
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