Por Guadalupe Cobos Pacheco
Como habitante de la comunidad del Bosque, en Tabasco, México, me enfrento a un futuro incierto. El aumento del nivel del mar causado por el cambio climático se ha llevado más de 200 metros de costa aquí, provocando la destrucción de más de 50 casas. Para nuestra comunidad el cambio climático representa un cambio radical. Antes de vivir este cambio radical vivíamos en armonía con el mar. De hecho, siempre hemos tenido una relación muy especial con el mar, ya que trabajamos en él, comemos y vivimos de él.
Antes del cambio climático, nuestra vida cotidiana era ir a pescar y vender nuestros productos. Como cualquier comunidad, celebrábamos nuestras costumbres y tradiciones, festejábamos fechas importantes como navidad, año nuevo o día de muertos. Escuchábamos del cambio climático en la televisión, pero nunca pensamos que gracias a él perderíamos nuestra comunidad. Podíamos dormir tranquilos.
Del 2019 hasta ahora, nuestra vida ha cambiado completamente. Ahora nuestra vida gira alrededor del cambio climático. En ese año, una marejada se llevó la primera hilera de casas, y desde entonces el aumento del nivel del mar, la erosión costera y los vientos del norte han acabado con nuestra comunidad. Ahora solo nos queda pensar en emigrar.
Nuestra comunidad está inhabitable. Carecemos de lo más básico como agua potable (los pozos de la comunidad están llenos de agua salada) o electricidad (la cual es bastante intermitente). Nuestros niños no tienen ningún lugar para tomar sus clases, pues la escuela local fue destruida en 2022 por una marejada. Las personas que no pudieron emigrar por falta de recursos están en una situación muy vulnerable, viviendo en refugios temporales que carecen de los servicios básicos.
En 2022 llegaron a la comunidad Nuestro Futuro, Conexiones Climáticas y Greenpeace México, organizaciones de la sociedad civil que nos ayudaron a organizarnos para solicitar a las autoridades mexicanas nuestra reubicación. Para el año 2022, el mar ya se había llevado gran parte de las casas e infraestructura de la comunidad, así que, acompañados de estas organizaciones, hicimos una rueda de prensa en El Bosque el 17 de noviembre del 2022, explicando nuestra situación, pidiendo apoyo al gobierno federal, estatal y municipal.
Acompañados de las organizaciones pudimos llegar a la Ciudad de México para dialogar con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), quienes prometieron ayudarnos en nuestro proceso de reubicación. Vinieron a la comunidad, hicieron un censo de las familias afectadas y organizaron mesas de trabajo y reuniones. Desafortunadamente solo fueron tres reuniones, la última de ellas en julio de este año, y después ya no supimos nada del proceso de reubicación que nos prometieron.
El sistema de gobierno es lento y el mar no espera. Ya no tenemos tiempo porque la temporada de frentes fríos ya llegó. Cuando el mar nos quedaba lejos podíamos esperar. En temporada de vientos del norte solo nos acostábamos a ver televisión, tomar un café o chocolate, esperando que pasarán para volver al mar. Ahora, cada hora, cada día, cada semana, nuestras vidas están en peligro. Cuando vienen los vientos del norte solo podemos pensar en estar alerta. Un frente frío que duraba tres días, ahora con el cambio climático puede durar una semana y hasta un mes,
El cambio climático es un cambio radical que afecta nuestra economía, nuestra armonía, nuestra salud, e incluso nuestra salud mental. Tenemos ansiedad de no saber qué va a pasar. Día a día la gente tiene que emigrar. Se trata de una emigración forzada. No es porque queramos, es porque ahora el mar ya no está lejos. Lo tenemos encima, está inundando nuestras casas.
Nos gustaría que el proceso de reubicación prometido por el gobierno fuera más rápido y claro. Que las autoridades nos digan cómo y cuándo nos reubicarán. Mientras la reubicación sucede, necesitamos que las autoridades nos ayuden con lo básico: la electricidad, el agua y una escuela móvil.
También nos gustaría pedir apoyo a la comunidad internacional, a los líderes de otros países. Necesitamos que nuestra situación se sepa, que todas las personas a las cuales podamos llegar nos ayuden. Somos quizás los primeros, pero no seremos los últimos desplazados climáticos en México. Vamos a ser muchos, porque el cambio climático es radical, es hoy y ya lo estamos viviendo. Duele, y duele mucho. No te acostumbras a ver tanto dolor en nuestra gente. Aunque nosotros no hayamos provocado el cambio climático, lo estamos pagando.