Vega Alonso del Val (@VegaAlonsoV)
Colaboradora de Amnistía Internacional España
Querido amor romántico:
Crecí rodeada de tus mitos. Crecí jugando con muñecas –porque era lo que se esperaba de mí–, aunque soñaba con chutar el balón. Crecí con películas de Disney, esperando que un “príncipe” encontrara mi zapato –más bien tenis–, me “despertara” de un largo sueño con un beso –con lo que me gusta a mí dormir– o me “salvara” de la torre de un castillo –y eso que nunca tuve miedo a las alturas–.
Crecí con la ausencia de protagonistas femeninas en películas y libros que me sirvieran de referentes para impulsarme a soñar y creerme capaz de cualquier cosa que me propusiera. Así nos enseñaron lo que era el amor: la espera del “príncipe azul”, complacer, casarse como meta…
Romper con la idea del amor impuesto culturalmente durante años no es tarea fácil pero un día me hablaron de unas gafas moradas que cambiaban el cuento ofreciendo una manera distinta de ver y entender el mundo. Unas gafas que hablan de igualdad, derechos, libertad y sororidad.
Ahora con mis gafas puestas, vengo a decirte que los cuentos no dicen la verdad. Que no existen los príncipes azules, que los besos no rompen hechizos, que Cupido no siempre es certero con el arco, que no se muere de amor a lo Romeo y Julieta, que ser encerrada en una torre no es amor sino control.
Esta es mi carta de despedida. Por si aún no lo has entendido, me voy porque por amor nadie puede ser humillada, maltratada o anulada. Me voy porque por amor no se “aguantan” insultos, porque por amor no se pierde libertad, porque los celos no son amor, porque el amor no es sacrificio, no lo puede todo y tampoco es eterno.
Me voy porque tus mitos someten, controlan y oprimen. Me voy porque el amor no duele.
En México son asesinadas 11 mujeres al día. Tan solo de enero a diciembre de 2022 en este país se registraron 3,775 asesinatos de mujeres de los cuales solo 947 están siendo investigados como feminicidios.*
Quería recordarte que cuando digo “no” es “no”, que el sexo sin consentimiento es violación y que el silencio no es consentimiento.
En este San Valentín tienes que saber que hay toda una marea morada que no parará hasta romper lo tóxico que te rodea; que la sororidad está curando las heridas que has dejado y nos recuerda cada día el poder transformador de nuestra unión porque queremos San Valentines morados sin “príncipes” ni “princesas”, sin medias naranjas. Queremos más cuentos reales, libres de estereotipos de género. Queremos amores, que sin renunciar al romance, se liberen de la carga patriarcal. Amores libres, amores compañeros, amores que sean el viaje y no la meta.
Queremos más espacios de reflexión y educación sobre relaciones igualitarias; discursos sobre el amor alejados de los celos y la posesión. Queremos que se cumplan todas las medidas establecidas en la Ley Integral de Violencia contra las Mujeres.
Queremos que las mujeres víctimas de violencia de género y de violencia sexual tengan todos sus derechos garantizados, así como los recursos disponibles para su protección. Queremos que se garantice el derecho a una verdadera reparación de las víctimas.
Quiero mi derecho a amar en morado.
Búscame en los cuentos en los que yo te cuento que soy la protagonista de la historia de las gafas moradas.
*Fuente: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
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