Juan Jesús Gestal Otero
Profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela
Llevamos dieciocho largos meses de pandemia. De esas que ocurren una cada cien años, que ha ocasionado hasta la fecha algo más de 177 millones de casos y 3.8 millones de muertes, y las cifras siguen aumentando. Pronto nos dimos cuenta de que no era aceptable en número de vidas adquirir la protección pasando la infección, por lo que esta dependería de las vacunas.
Tras un esfuerzo sin igual de gobiernos, empresas farmacéuticas, organizaciones intergubernamentales e institutos de investigación de todo el mundo se consiguió en un tiempo record desarrollar vacunas, iniciando su aplicación antes de que finalizase 2020. La mayor iniciativa de inmunización de la historia. Aplicación simbólica que comenzó a adquirir ritmo a partir del inicio del segundo trimestre de 2021, y que nos permite ahora a los países ricos ver su próximo final. En nuestro medio, con más del 50% de la población con una dosis, esperamos alcanzar ese 70% de población inmunizada a mediados del verano, lo que dificultará mucho al virus encontrar susceptibles a los que infectar, dejando de transmitirse en nuestro entorno. Pero esto no será el fin de la pandemia que no se alcanzará hasta que se logre igual proporción de inmunes en todo el mundo.
Pronto llegaremos algunos a la nueva normalidad, pero no podremos volver a la antigua, a la verdadera normalidad hasta que el virus deje de circular a nivel mundial, y para lograrlo solo disponemos de una medida aceptable, la vacunación de toda la población del mundo.
“No podremos volver a la verdadera normalidad hasta que el virus deje de circular a nivel mundial, y para lograrlo solo disponemos de una medida aceptable, la vacunación de toda la población del mundo.”
Se ha logrado un hito histórico en una situación de pandemia cuya solución depende de las vacunas. Fue posible porque se partió de plataformas de desarrollo de vacunas muy avanzadas; se contó con apoyos económicos y de intendencia muy importantes por parte de algunos Estados, que se estiman en casi 20.000 millones de dólares, para acelerar la investigación, fabricación y distribución de vacunas, y porque las agencias evaluadoras hicieron un seguimiento continuo de su desarrollo, y las empresas asumieron el riesgo de iniciar la fabricación al tiempo que los ensayos de fase III. Pero cumpliendo todos los requisitos habituales de seguridad y de comprobación de su inmunogenicidad y eficacia protectora.
Ahora tenemos por delante un nuevo desafío: asegurarnos de que todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo tengan un acceso justo y equitativo a las vacunas.
Unos trabajadores cargan un camión con 350.000 dosis de vacunas contra la COVID-19 en el aeropuerto internacional de Kotoka en Accra, Ghana, el 7 de mayo de 2021. © REUTERS/Francis Kokoroko
La inmunización contra la COVID-19
En París, en abril de 2020, la OMS, la Comisión Europea y Francia pusieron en marcha el Acelerador de acceso a herramientas COVID-19 (ACT) con el objetivo de acelerar el desarrollo y el acceso equitativo a los medios diagnósticos, tratamientos y vacunas de COVID-19 a todos los países del mundo. Reuniendo para ello gobiernos, organizaciones mundiales de salud, fabricantes, científicos, sector privado, sociedad civil y filántropos. Uno de los tres pilares del ACT es COVAX, uno de cuyos objetivos es garantizar que todas las personas en todos los rincones del mundo, independientemente de su riqueza, tengan acceso a las vacunas COVID-19, y especialmente los 92 países de ingresos medianos y bajos, que no pueden pagarlas por sí mismos.
La inmunización extensiva contra la COVID-19 es, como reconoció en mayo de 2020 la Asamblea Mundial de la Salud, “un bien de salud pública mundial” que, en palabras del secretario general de la ONU, debía ser accesible para todas las personas en todos los países y de forma gratuita.
La financiación de COVAX para este fin es principalmente a través de la Asistencia Oficial para el Desarrollo, así como contribuciones del sector privado y la filantropía. Estos días el G-7 ha anunciado que pactaran con el G-20 y el sector privado para donar, a través de COVAX, 1.000 millones de dosis a los países en vías de desarrollo, a lo largo de los próximos doce meses con vistas a un total de 2.200 millones de dosis a finales de 2022. Ahora lo importante es que estos anuncios se hagan realidad cuanto antes pues nadie estaremos a salvo hasta que todas las personas lo estemos, y la amenaza de nuevas variantes que puedan escapar del efecto protector de la inmunidad inducida por la enfermedad y por las vacunas seguirá ahí en tanto el virus continúe circulando. La pandemia no acabará hasta que no acabe para todo el mundo.
Activistas de Amnistía Internacional salen a la calle para sensibilizar sobre la importancia de asegurar el acceso universal a las vacunas. © AI
Campaña mundial “Un Pinchazo Justo”
Yo apoyo, y como también lo han hecho más de 180 personalidades del mundo científico y académico, el manifiesto y la campaña mundial “Un Pinchazo Justo” de Amnistía Internacional, con la que pide a gobiernos y farmacéuticas que compartan recursos y conocimientos, renuncien temporalmente, de ser preciso, a los derechos de propiedad intelectual y garanticen un reparto equitativo de las vacunas entre todos los países hasta alcanzar la inmunidad global necesaria para controlar el virus.
Los países ricos han comprado más de la mitad del suministro de vacunas del mundo, aunque representan sólo el 16% de la población mundial. Los mismos países han administrado hasta ahora más del 75% de las dosis del mundo, mientras que en el continente africano la mayoría de los países aún no administrado ni 4 dosis por cada 100 habitantes.
Tal y como está actualmente el reparto de vacunas, los países de bajos ingresos tardarán hasta 2024 en lograr la inmunización masiva. Por ello, debemos unir nuestras voces a las de Amnistía Internacional pidiendo a Estados y empresas que elaboren y apliquen políticas acordes con las normas de derechos humanos para garantizar la disponibilidad, accesibilidad, asequibilidad, aceptabilidad y calidad de las vacunas para todos sin discriminación de ningún tipo. Queremos un mundo sano y un acceso universal y equitativo a los medios que nos permitan hacer frente a esta pandemia y a las que puedan venir en el futuro.
Juan Jesús Gestal Otero, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, se adhirió al manifiesto de Amnistía Internacional “Un Pinchazo Justo”, en el que se pide un acceso universal a las vacunas COVID-19. Más de otras 180 personalidades del mundo científico y académico lo han hecho también. Si quieres ver el manifiesto, da clic aquí.
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