Amnistía Internacional
Staff de Amnistía Internacional
- febrero 11, 2020
- Por Amnistía Internacional
Han pasado más de 40 años desde que la ONU eligió el día 8 de marzo para celebrar el poder y la lucha de las mujeres en todo el mundo. Esta fecha, un llamamiento a la movilización feminista en todas partes, ha arrojado luz sobre el sexismo y la misoginia, amplificando las voces de las hermanas en todo el mundo. Pero, con todos los avances que han logrado las mujeres, ¿sigue siendo realmente necesaria?
Estas mujeres nos muestran que sí. Y los millones de mujeres que en todo el mundo se unen a la huelga del Día Internacional de la Mujer están de acuerdo. Mientras que muchas saldrán a la calle a participar en marchas y manifestaciones, otras muchas permanecerán en sus hogares, mostrando de otras formas su solidaridad con todas nuestras hermanas que están tomando decisiones audaces en la batalla para que se respeten sus derechos básicos. Desde el derecho a conducir un automóvil al derecho a que se reconozca su identidad, estas mujeres audaces —de todas las regiones del mundo— nos están demostrando que el Día de la Mujer está tan vigente hoy como hace 44 años.
Seo Ji-hyun, pionera del #MeToo en Corea del Sur
Seo Ji-hyun es una genuina pionera en Corea del Sur del movimiento #MeToo / #YoTambién, que ha denunciado a varios personajes públicos por sus abusos. En enero de 2018, Seo, una fiscal, acusó a un superior de manosearla en una cena. Cuando denunció, él se vengó haciendo que la trasladaran a una localidad alejada. En enero de 2019, el funcionario fue condenado a dos años de prisión por abuso de poder. Desde que Seo tomó la valiente decisión de hacer público su caso, otras mujeres lo han hecho también, y esto ha llevado a una serie de cargos contra varios presuntos autores de abusos. “Mi único poder era la verdad”, afirma Seo. “Y lo único que podía hacer era decirla.” Mira su historia aquí.
© Marieke Wijntjes / Amnesty Internationa
Loujain Al Hathloul, luchadora por la libertad en Arabia Saudí
En una sociedad donde los hombres y el gobierno controlan los movimientos y la conducta de las mujeres, Loujain eligió una vía diferente. Su lucha atrevida para conseguir la libertad de las mujeres en Arabia Saudí ha ocupado los titulares de todo el mundo. Hizo un directo en Twitter mientras entraba en su país desde Emiratos Árabes Unidos conduciendo un automóvil, y fue detenida durante 73 días. Loujain, pionera del movimiento en favor del derecho a conducir, y sus compañeras activistas lograron una victoria para los derechos de las mujeres cuando se levantó la prohibición de conducir, en junio de 2018. Pero tanto ella como otras activistas en favor de los derechos de las mujeres siguen en la cárcel desde mayo de 2018. Recluidas sin cargos, se las acusa de ser “agentes de las embajadas”, y han sido torturadas y acosadas sexualmente en prisión. En un reciente artículo de la CNN, el hermano de Loujain, Walid, señaló que su hermana es “la heroína de muchas mujeres y niñas en toda Arabia Saudí y en el mundo entero”, y añadió: “No podemos quedarnos de brazos cruzados viéndola sufrir.” Y nosotros tampoco. Decide hoy apoyar a Loujain y a sus compañeras activistas.
Nancy Arias Arteaga y Esperanza Lucciotto: dos madres que luchan por la justicia en México
Nancy (en la foto) y Esperanza han tomado la única decisión que podían tomar: exigir que se haga justicia con los asesinos de sus hijas, Alondra y Karla. Alondra fue hallada muerta en su apartamento. La joven había soportado constantes abusos de su novio. Por su parte, Karla había acusado a su jefe de acoso sexual y más tarde apareció asesinada en su lugar de trabajo. México tiene uno de los índices de asesinato de mujeres más altos del mundo. Sólo en 2017 fueron asesinadas en el país 3.357 mujeres. Estos asesinatos se cometen en un marco de arraigadas desigualdades entre los géneros y brutal desvalorización de las vidas de las mujeres. Esperanza ha sufrido amenazas y acoso por su tenaz determinación de que el asesino de su hija sea llevado ante la justicia. Pero ni ella ni Nancy se rinden. “No quiero que otras chicas pasen por esto”, dice Nancy. “Todo lo hago para honrar la memoria de Alondra.” Ayuda hoy a Nancy y Esperanza.
14 mujeres valientes dicen no al odio en Polonia
Cuando las personas que asistían a una marcha en conmemoración de la independencia en 2017 pedían una “Polonia blanca”, 14 mujeres decidieron desafiar el racismo y el fascismo que exhibían a las claras. Su mensaje era sencillo: “Stop al fascismo”. Pero su decisión —de igualdad y unidad por encima del odio y la división— las hizo blanco de ataques. Un grupo de manifestantes les propinó patadas, les escupió y les gritó. “Primero nos quitaron la pancarta, luego empezaron a arrancarnos la ropa y a darnos patadas. Me dieron varias patadas en la espalda”, recuerda Elzbieta, una de las mujeres. En vez de investigar adecuadamente la agresión contra las mujeres, las autoridades las condenaron por obstaculizar una reunión legal. El 13 de febrero, un juez ordenó la reapertura de la investigación sobre las agresiones. Ahora la fiscalía debe encontrar a los perpetradores en lugar de justificar su violencia. Las 14 mujeres continúan firmes. Apoyémoslas.
Las mujeres del Movimiento Knifar desafían la violencia sexual en Nigeria
Tras sobrevivir años bajo el brutal dominio del grupo armado Boko Haram en el nordeste de Nigeria, cientos de mujeres sufrieron la violencia y los abusos del ejército. Amenazadas, acosadas y violadas por quienes se suponía que tenían que protegerlas, un grupo de estas mujeres decidió organizarse. Conocidas como las mujeres del Movimiento Knifar, forman un movimiento cada vez mayor de personas que inventan un nuevo relato de supervivencia, fuerza y justicia. ‘’Pedimos de nuevo al gobierno que ponga en libertad a nuestros esposos y garantice que nos reunamos con nuestros seres queridos”, dicen. Suma tu voz a su llamamiento.
Joey Joleen Mataele, viviendo la vida a su manera en Tonga
Cuando Joey tenía 14 años, eligió vivir como la mujer que sabía que era, una decisión que la enfrentó a su familia y sus amistades de la escuela, que sólo veían el cuerpo de hombre en el que había nacido. Joey pertenece a la comunidad leiti, lo que en términos occidentales es una comunidad de personas LGBTI+, con hondas raíces en el pasado cultural de Tonga. La Tonga precolonial tenía una idea muy fluida del género, que permitía el desarrollo de las personas leitis, entre las que hay personas trans. Pero con la llegada del colonialismo y el cristianismo, la actitud hacia los leitis se ha ido tiñendo de prejuicios. “Cuando tenía 14 años, el jefe de seguridad de mi padre me violó”, afirma Joey. “Mi padre dijo: ‘Se lo estaba buscando.’ Me había dicho muchas veces que dejara de actuar como una mujer. Y yo creo que en ese momento fue cuando decidí que no iba a tolerar nada más. Decidí dejar de ir a la escuela porque no podía soportar el acoso, el maltrato físico. En ese momento tomé la decisión: “Algún día voy a llegar a ser alguien.” Hoy, Joey defiende los derechos de las personas leitis en Tonga.
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