
Por Raquel Borbolla Albarran
Activista de Amnistía Internacional México
A un día de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, y hoy más que nunca, es importante reflexionar sobre la situación actual que vivimos las mujeres en diferentes contextos y latitudes.
En 2025, mujeres y niñas en todo el mundo nos enfrentamos a grandes rezagos en materia de acceso a servicios de salud, seguridad alimentaria y derecho a la educación. En contextos de conflicto armado, desplazamiento forzado y migración, la violencia sexual continúa utilizándose como arma de guerra, nosotras somos las principales víctimas de relaciones sexuales transaccionales, matrimonio forzado o infantil, explotación sexual y trata de personas.
De acuerdo con datos recientes del Informe sobre las migraciones en el mundo 2024, se tiene registrado un total de 281 millones de personas migrantes durante 2020, de las cuales, 135 millones, son mujeres, mientras que 28 millones, son infancias.
Por otra parte, se identificó que, a finales de 2023, 117,5 millones de personas en todo el mundo habían sido desplazadas por la fuerza debido a la persecución, los conflictos y la violencia, una cifra que ha aumentado un 70 % desde 2018. De la población desplazada por la fuerza, la mitad, son mujeres y niñas, y uno de cada cuatro de los desplazados son infancias.
La invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia en 2022 dio lugar a una de las mayores crisis de desplazamiento. Alrededor de 5,7 millones de ucranianos se vieron obligados a huir de su país a finales de 2022, a raíz de lo cual Ucrania se convirtió en el segundo país de origen de refugiados después de la República Árabe Siria.
En este contexto, un informe, elaborado por la agencia de género ONU Mujeres, y el Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial del Secretario General, ha señalado cómo la guerra de Ucrania ha ampliado las brechas de género en temas como el hambre, la educación y la pobreza.

Los hogares ucranianos encabezados por mujeres ya sufrían una mayor inseguridad alimentaria antes de la guerra, ya que el 37,5% de ellos experimentaban niveles moderados o graves de falta de alimentos, en comparación con el 20,5% de los hogares encabezados por hombres. Por otra parte, dicho informe también advierte de un alarmante aumento de la violencia de género, del sexo transaccional para alimentarse y sobrevivir, de la explotación sexual y de la trata de personas.
En República Democrática del Congo se denunciaron más de 123.000 casos de violencia de género en 2023, lo que supone un aumento del 300% en solo tres años. Las mujeres y niñas desplazadas de Goma y sus alrededores se ven obligadas a practicar la prostitución de supervivencia, entre otros lugares en al menos 1.063 burdeles.
En Sudán, 5.500 mujeres embarazadas y 7.000 madres primerizas pueden morir en los próximos meses por inanición, ya que las partes beligerantes obstruyen deliberadamente la ayuda alimentaria.
Es importante señalar, que las mujeres y las niñas de los países afectados por conflictos se ven desproporcionadamente afectadas por la inseguridad alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación calcula que más de una de cada cuatro mujeres y niñas en el mundo sufre inseguridad alimentaria moderada o grave. Cuando aumenta el hambre, las mujeres y las niñas se ven obligadas a adoptar estrategias de afrontamiento perjudiciales, como ser las últimas en comer y las que menos comen en el hogar, mantener relaciones sexuales transaccionales o contraer matrimonio forzado o infantil.
Por otra parte, el genocidio perpetrado en Gaza ha causado graves violaciones a los derechos humanos de la población gazatíe, entre ellas violaciones de la salud y los derechos reproductivos, incluida la violencia reproductiva, prohibidas por el derecho internacional humanitario. Se calcula que 52.000 mujeres embarazadas han quedado atrapadas en la guerra, con unos 180 partos diarios, la mayoría sin acceso a anestesia para cesáreas y sin agua, saneamiento, nutrición o atención posparto, pues los hospitales y las clínicas de maternidad están siendo destruidos a su alrededor.

En Afganistán, donde a las mujeres y las niñas mayores de 12 años se les niega el derecho a la educación desde hace tres años, las restricciones a los derechos de las mujeres se han ampliado y son el tema de más de 90 decretos promulgados por los talibanes desde que tomaron el poder.
En Guatemala, “La violencia sexual sigue siendo un problema generalizado y sistémico […], que afecta de manera desproporcionada a las niñas menores de 14 años”, señaló Cristina Quijano Carrasco, investigadora sobre derechos de la mujer de Human Rights Watch. Entre 2018 y 2024, se registraron 14.696 nacimientos de niñas de 10 a 14 años, 1.953 solo en 2024. En noviembre de 2024, solo 213 niñas embarazadas menores de 14 años estaban matriculadas en la escuela (datos oficiales del MINEDUC).
Por último, en América Latina, según los datos de la CEPAL, en 2023, al menos 3.897 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 27 países y territorios de la región: 3.877 en 18 países de América Latina y 20 en 9 países y territorios del Caribe. Esto representa al menos 11 muertes violentas de mujeres por razón de género cada día en la región.
Entre los países con mayores tasas de feminicidio se encuentran Honduras (7,2 casos por cada 100.000 mujeres), República Dominicana (2,4 casos por cada 100.000 mujeres) y Brasil (1,4 casos por cada 100.000 mujeres). Las menores tasas se presentan en Haití (0,2 casos por cada 100.000 mujeres) y Chile (0,4 casos por cada 100.000 mujeres).1

En 13 países y territorios de América Latina y el Caribe en 2015, 2020 y 2023, se observa que en cinco países (Perú, Argentina, Uruguay, Costa Rica y República Dominicana) las cifras han permanecido estables, con leves variaciones. En cambio, en cinco países y territorios (Paraguay, Puerto Rico, México, Ecuador y Honduras) se registraron las mayores tasas de feminicidio en 2023 en comparación con 2015, aunque en el caso de México esta tasa desciende a partir de 2020. El Paraguay es el que presenta una mayor diferencia, con un aumento de 0,7 puntos porcentuales del indicador en dicho período.
De los diez países y territorios de América Latina y el Caribe que brindan información sobre los vínculos existentes entre la víctima y el victimario en los casos de feminicidio, ocho dan cuenta de que en más del 60% de los casos, el delito fue perpetrado por la pareja o expareja.
Ante este terrible panorama, no podemos bajar la guardia. Debemos seguir exigiendo a los Estados, que garanticen el acceso a bienes y servicios en materia de salud reproductiva de niñas y mujeres, a la educación, y seguridad alimentaria mediante la implementación de políticas públicas que incidan de verdad en la vida de mujeres y niñas transformando sus realidades, atendiendo desigualdades y las causas estructurales de la violencia de género.
En un mundo atravesado por la injusticia no podemos simplemente cerrar los ojos, o mirar hacia otro lado, todo lo contrario, debemos ponernos unos lentes enormes para luchar contra la indiferencia ante el dolor y sufrimiento de las personas que habitamos el mundo, las niñas y mujeres atrapas en conflictos, migrantes y desplazadas.
“La injusticia en cualquier lugar, es una amenaza para la justicia en todas partes”. Martin Luther King.
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