Desde Amnistía Internacional hemos denunciado que las deficiencias en que incurren las fiscalías del país al investigar las denuncias que reciben, cualesquiera que estas sean, impiden que las personas accedan a la justicia. Los hallazgos de las fosas de Jalisco y Tamaulipas confirman esto una vez más.
Fue el propio Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien en su conferencia de medios del miércoles 19 de marzo, describió más de una decena de faltas graves cometidas por la Fiscalía del Estado de Jalisco cuando intervino el rancho Izaguirre en septiembre de 2024. Para empezar, esos errores impidieron conocer que ahí había ropa, zapatos, identificaciones y restos óseos, como si lo revelaron los hallazgos difundidos el 5 de marzo, por la colectiva Guerreros Buscadores cuando ingreso a lugar mencionado.
Entre los errores señalados por Gertz Manero, están que no se inspeccionó el lugar de manera exhaustiva; no identificó huellas dactilares; a seis meses de la intervención del lugar en septiembre de 2024, los servicios periciales aún no cuentan con un dictamen definitivo que establezca con precisión la identidad y la antigüedad de los restos encontrados; no cuenta con análisis físicos y químicos que permitan determinar actividades crematorias en el sitio. El fiscal dejó establecido que el inmueble quedó en abandono y sin ninguna protección a pesar de que se hallaba asegurado por el Ministerio Público local.
Amnistía Internacional ha denunciado esas fallas de tipo estructural desde hace más de 30 años en informes como Muertes Intolerables, publicado en 2003, relacionado con los feminicidios de mujeres registrados en Ciudad Juárez y Chihuahua; en el informe México: Un trato de indolencia, de 2016; en Como anillo al dedo, del 3 de diciembre de 2020 y en Juicio a la Justicia, relacionado con feminicidios precedidos de desaparición, publicado en septiembre de 2021. Nuestras recomendaciones para atender esas deficiencias están referidas en cada uno de estos informes.
Mientras éstas no se resuelvan las fiscalías seguirán siendo generadoras de la impunidad, lo que impide a las personas acceder verdad, memoria, justicia, reparación integral del daño y garantías de no repetición permanentes.
En torno a los hallazgos de Jalisco y Tamaulipas, la información que han brindado las autoridades hasta ahora es confusa, atomizada y se ha centrado en identificar personas que podrían haber estado involucradas. Frente al horror de los hallazgos y el maltrato institucional que han vivido las colectivas de buscadoras, las autoridades deben asumir su responsabilidad de realizar una investigación profesional y apegada a los más altos estándares internacionales, que esclarezca lo que ocurrió en esos lugares y abra paso a la verdad y a la justicia.
Para garantizar la legitimidad y credibilidad de las investigaciones en curso, es indispensable generar condiciones para la participación activa de las colectivas de búsqueda, especialmente de las que hicieron el trabajo que sacó a la luz estos hallazgos. Lo mismo debe suceder en tantos otros casos pendientes de solución. Sin la participación de las víctimas, la duda y la desconfianza privarán sobre las evidencias. Pero, además, esos hechos deben dar paso a una estrategia que aborde las causas estructurales que dan origen a la desaparición forzada en nuestro país y ponga en el centro las demandas de las colectivas de búsqueda.
Ya es tiempo de dar un enfoque integral al problema de la desaparición de personas en el país, ya es tiempo de que el Estado las busque, ya es tiempo de que se haga justicia a las familias de las víctimas de desaparición, ya es tiempo de que se les devuelva la paz que algún día tuvieron, ya es tiempo de que se encuentren caminos para que las familias puedan cerrar los duelos que han llevado a cuestas por décadas.