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Más allá del “esas no son las formas”

Por Dinorah Arceta

Por Dinorah Arceta

Especialista de Incidencia en Amnistía Internacional México

En los últimos meses, hemos visto que pese a la pandemia, las mujeres siguen organizándose y protestando. Las mujeres están enojadas porque no hay garantía de sus derechos. Muchas llevan años y años en búsqueda de justicia y los casos apenas avanzan. 

En uno de los episodios más reciente, las mujeres salieron a las calles a exigir una deuda pendiente del Estado: el aborto libre, seguro y gratuito en todo el país. Recordemos que en nuestro país, la Ciudad de México y Oaxaca son las únicas entidades donde las mujeres pueden abortar hasta las 12 semanas de gestación de manera legal sin importar la causa.

A pesar de que las causas para protestar son legítimas, tanto la opinión pública como las autoridades han centrado la discusión en las “formas” en que las mujeres se manifiestan. Sin embargo, estos cuestionamientos no deberían estar en el foco de atención cuando hay otros temas que son más preocupantes respecto a las protestas. A continuación, señalo algunos:

1. Esas tampoco son las formas, Estado

Hay que tener las cosas claras: las manifestaciones sociales son una realidad histórica que ha sido regulada por el derecho nacional e internacional. No es un tema nuevo. 

Los Estados deben actuar sobre el principio de que las protestas y manifestaciones públicas no constituyen una amenaza al orden público, aún en los casos en que se hacen sin aviso previo. Además, la intervención del Estado debe centrarse en proteger y facilitar la protesta, no en la confrontación.

Amnistía Internacional ha advertido desde hace tiempo que el uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad pública en protestas es un tema estructural.

En parte se debe a que la regulación del uso de la fuerza en México pone en riesgo el libre ejercicio de varios derechos humanos, entre ellos la libertad de expresión y el derecho a la asociación. El año pasado, se promulgó la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza, que deja a la interpretación discrecional de las autoridades qué es una protesta con fines “legítimos” y con base en esto justifica si es aceptable o no el uso de la fuerza. Tampoco deja explícito que la intervención de las corporaciones policiales debe ocurrir sólo como última opción. 

2. Si importan mucho los daños, ¿por qué no los prevenimos?

Las protestas feministas han sido desprestigiadas y estigmatizadas, sobretodo por el señalamiento de las tácticas violentas y el daño a bienes materiales. Sin embargo, esta aproximación merece un análisis que deje de verlos como actos vandálicos y trate de comprender por qué y para qué surgen. 

Es necesario comprender que algunas tácticas de contención utilizadas por agentes policiales pueden agravar la tensión. Las mujeres no salen a la calle porque sí, ya vienen con indignación, por lo que las autoridades deben tomar esto en cuenta.

Un ejemplo claro de tácticas que hacen crecer la tensión fue la utilizada en la marcha el #28S de 2020 en la Ciudad de México: “encapsulamiento” (kettling) por alrededor de dos horas. El encapsulamiento es una técnica riesgosa porque se crea un ambiente claustrofóbico y genera pánico, provocando reacciones incontroladas que finalmente podrían ser causa de daños y lesiones. Además, impide que personas que quieran abandonar la marcha, puedan hacerlo; y gente que ni al caso, como peatones, pueden quedar atrapados en la valla. 2

3. Comportarse como señorita

Es bien sabido que en una sociedad patriarcal como lo es la mexicana, que las mujeres no tengan una conducta “adecuada” es mal visto. Mientras que a los hombres se les exige determinación y agresividad, de nosotras se espera amabilidad y pasividad.

La sociedad no está acostumbrada a que las mujeres incomoden y lleven la contraria. Todo lo opuesto, siempre se nos pide ser cuidadosas de otros. Que salgamos a las calles en grandes proporciones con un fin que es para, por y de las mujeres no encaja en lo “cotidiano” y entonces resulta lógica la consigna Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos venDebemos también cuestionar y preocuparnos por qué resulta más atractivo el debatir las “formas” de las protestas de las mujeres más que atender las causas que nos llevan a la apropiación del espacio cívico. Hay que reconocer que al panorama de violencia estructural se añade la inacción y omisión de las autoridades por frenarla. Esto generado la diversificación de las formas de expresión de mujeres que ante un Estado que no escucha.

Falta mucho por discutir respecto a las protestas de mujeres pero en Amnistía Internacional creemos que el “esas no son las formas” no debe acaparar el debate. Los temas que mencioné son solo algunos de los pendientes sin resolver. Es claro que no todas las personas pensamos lo mismo cuando hablamos de protestas de mujeres, pero si llevamos la discusión a lo un nivel más profundo, podremos hacer que las autoridades también pongan atención a estas reflexiones. 

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