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Mujeres con discapacidad: la deuda histórica del movimiento feminista

Por María José Trejo Rosales

Por María José Trejo Rosales

Activista de Amnistía Internacional México

El fin de semana pasado se llevó a cabo la necesaria y recurrente marcha del #8M, un día en el que gran parte de las mujeres y personas con vulva -en su diversidad- en todo el mundo, marchan para exigir justicia en los miles de casos de feminicidio, violencia y abuso que ocurren a diario a nivel internacional.

Sin embargo, decir que todas estamos representadas en el movimiento e incluso en una marcha, es una generalización. La realidad es que las mujeres discas (mujeres con discapacidad) hemos tenido que derribar obstáculos y abrirnos paso no solo en la sociedad, también dentro del movimiento feminista, ¿en realidad si tocan a una respondemos todas?, ¿el movimiento es tan interseccional como se dice ser?

La realidad de las mujeres con discapacidad dentro del movimiento feminista

Lo que probablemente muchas personas ignoran es que las mujeres discas han logrado contribuir al movimiento feminista. En 1970 figuras como Harriet McBryde y Adrienne Asch, por mencionar dos de muchas, cuestionaron la razón por la que el movimiento feminista se estaba olvidando de la opresión a las mujeres discas.

Por otra parte en 1980, sin mucho avance al respecto, se fueron creando organizaciones únicamente integradas por mujeres que vivían con una discapacidad para que, al igual que ahora, se reconociera la doble barrera que envolvía a las mujeres de este sector, como discriminación, violencia, etc., obligando al resto del movimiento feminista a verles.

Esto no es algo que solamente hubiera ocurrido en aquel entonces, sino que actualmente aún las mujeres con discapacidad nos hemos visto en la necesidad de crear nuestros propios colectivos, abrirnos camino entre espacios feministas formados por morras sin discapacidad y exigir un contingente específico para las que vivimos la discapacidad en nuestros cuerpos o de cerca, ¿por qué tenemos que esperar a que las morras discas se integren por sí mismas en lugar de integrarlas por cuenta propia?

Marcha del 8M en Sinaloa (marzo, 2025)
Marcha del 8M en Sinaloa (marzo, 2025)

Según la ENADIS (2018),  solamente en México, somos más de once millones de mujeres con discapacidad (…) aunado a esto, INEGI (2018) menciona que estadísticamente en México, hay más mujeres con discapacidad en el país en comparación a los hombres con el 53.7%  de mujeres con alguna discapacidad.

Estas cifras no son menores a pesar de que se nos sigue nombrando como “minoría” para efectos de legislar en políticas públicas y programas. A su vez es necesario hacer hincapié -sin minimizar la violencia vivida por mujeres sin discapacidad- que las mujeres con discapacidad estamos sujetas a sufrir doble violencia, sí, por ser mujer, pero también por la discapacidad que vivimos, lo que nos pone en un doble esquema de vulnerabilidad. Esto complica todavía más el hecho de denunciarlas, se creería que sería más fácil por tener el factor de discapacidad pero no, la falta de protocolos accesibles y con perspectiva de discapacidad hace que las denuncias de personas con discapacidad no avancen, se estanquen o ni siquiera sucedan por lo discapacitante del proceso.

Es alarmante que no se hable de ello en ningún lado, ni en la sociedad, ni en el movimiento, ni en los medios de comunicación, y es que lo más lógico es pensar que el Estado no quiere que se sepa de este fallo pero ¿por qué razón estamos siendo olvidadas por un movimiento y una ola que debería abrazarnos? Preguntas sin responder pero lo que sí es claro es que lo que no se nombra no existe,  y nosotras existimos aunque no nos quieran ver.

¿Feminismo interseccional? ¿funciona para las mujeres con discapacidad?

A lo largo de los años se ha hablado del concepto de interseccionalidad, pero también desde el movimiento de mujeres con discapacidad nos hemos encargado de cuestionar esto, pues pueden ocurrir segregaciones, al igual que cuando hablamos de grupos vulnerables, entre tantos, nos perdemos. Para que la interseccionalidad funcione en sí misma es necesario ser vistas desde ahí y no por fuera, ni por aparte, sino DENTRO del propio movimiento.

Existe una doble discriminación cuando:

  1. Se nos cosifica e infantiliza
  2. Hay poca participación y representación en esferas políticas y de toma de decisiones públicas. Esto provoca que las estrategias, políticas públicas e iniciativas de prevención y atención de violencia de género no sean accesibles y nos dejan fuera.
  3. Se toman decisiones por nosotras sobre nuestro cuerpo y sexualidad
  4. Se nos asexualisa por el simple hecho de tener discapacidad
  5. No existen datos que contabilizan cuántos de los feminicidios en México son de mujeres con discapacidad 
  6. 6.7 de cada 10 mujeres con discapacidad son víctimas de violencia (específicamente sexual).
  7. Solo el 27.6% de nosotras somos económicamente activas.

 Y sobre todo, no todas nosotras podemos poner el cuerpo y decidimos hacer activismo desde casa por miedo a salir al mundo capacitista, por la inaccesible del entorno -para que las morras con discapacidad puedan marchar se hacen rutas alternas, en su mayoría- o simplemente el “cuerpo discapacitado” no nos lo permite.

CDMX (marzo, 2025)
CDMX (marzo, 2025)

Hablemos de algunos sentipensares de la marcha del #8M desde las mujeres con discapacidad

Finalmente, me di a la tarea de preguntarle a algunas compañeras de lucha qué les había dejado esta marcha a las mujeres con discapacidad. Si bien muchas de ellas sí fueron a poner el cuerpo, otras -como yo- no pudieron o no quisieron, y eso estuvo bien porque se resiste los 365 días del año. Esto fue lo que algunas comentaron:

“Este 08 de marzo, un pequeño bloque de Mujeres con Discapacidad se unió a la marcha en el Pequeño Puerto La Reforma, Angostura, Sinaloa. Es la tercera vez que se realiza esta marcha y la segunda en la que las mujeres con discapacidad se suman para exigir la garantía de sus derechos. Se siente en el aire, en cada paso y en cada grito, que una nueva ola de feminismo está despertando en este pequeño puerto. Las mujeres con discapacidad comienzan a reconocer que la brecha de género se vuelve aún más profunda cuando se cruza con la discapacidad. Nos han silenciado, nos han invisibilizado, pero aquí estamos, año con año, sumando más voces para exigir que la deuda histórica con nosotras sea saldada. Porque no somos ciudadanas de segunda, porque nuestros derechos no son opcionales, porque merecemos vidas dignas, libres de violencia, con accesibilidad y autonomía. Marchar no es solo andar: es desafiar el olvido, es ocupar un espacio que por siglos nos han negado. Hoy, tuve el privilegio de poner el cuerpo y alzar la voz, por mí y por todas. Sentí el peso de las que ya no están, la fuerza de las que vendrán y el fuego de las que estamos aquí, firmes, gritando que no nos quedaremos calladas nunca más. Es emotivo, es poderoso, es enriquecedor. Y es solo el principio”.

Milagros Castro, Sinaloa.

“Por primera vez en Querétaro, marchamos juntas como contingente de mujeres con discapacidad. Un hito que mostró la unión del colectivo y nuestra motivación para hacer que la lucha feminista sea accesible y nos represente a todas. Porque cuando nos organizamos y exigimos espacios, demostramos que el feminismo debe incluirnos. Ser mujer con discapacidad en este mundo que no nos incluye y buscar abrir espacios dentro de la sociedad ya es resistencia en sí mismo. No siempre podemos tomar las calles, marchar horas bajo el sol o gritar consignas con fuerza. A veces, poner el cuerpo no es una opción, porque la energía, el dolor o la falta de accesibilidad nos lo impiden. Pero la resistencia adopta muchas formas. Existir en un mundo que no nos piensa, ocupar espacios que no nos contemplan, alzar la voz cuando se nos quiere invisibles… todo eso también es lucha. Porque cuando una mujer con discapacidad se abre camino, no solo lo hace para sí misma, sino para todas las que vendrán después”.

Andrea Parás, Querétaro.

“En CDMX fuimos 136 a la salida, 150 a la llegada. Este año hubo 2 contingentas de mujeres sordas y una contingenta más de mujeres neurodivergentes”. 

Jenny Bautista, CDMX.

Todas reflejan mucho de lo que la mayoría de las mujeres con discapacidad que está involucrada en el movimiento por la igualdad de género anticapacitista, piensa, siente o vive cada 8 de marzo y más aún, día a día. Nuestra existencia, nuestra vida misma habitando en un mundo capacitista, un mundo patriarcal que no nos ve como mujeres sino como objetos, cargas o fenómenos, esa resistencia diaria ya es una lucha en sí misma, cansada, dolorosa pero necesaria porque desgraciadamente, si nosotras las discas no tomamos los espacios siempre seremos invisibles, las del rincón, existentes pero irrelevantes.

Quiero concluir y muy necesariamente recalcar que un feminismo que no es accesible no es para todas, nada sobre feminismo sin mujeres discas.

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