Mireya Cidon (@mnodic)
Amnistía Internacional España
- marzo 31, 2023
- Por Amnistía Internacional
En cualquier sociedad, el derecho a la protesta pacífica es un elemento clave para la expresión de ideas y demandas. Es una herramienta que permite, a través de la participación activa y comprometida, lograr cambios positivos en el mundo. Sin embargo, a menudo vemos cómo los gobiernos reprimen las protestas pacíficas utilizando un uso excesivo de la fuerza.
La lucha por la justicia social y la defensa de los derechos humanos son esenciales para el futuro de la humanidad, y es responsabilidad de los gobiernos proteger el derecho a la protesta sin que la policía u otras autoridades lo obstaculicen sin razón, y asegurando que los derechos y la seguridad de todas las personas involucradas sean protegidos.
Una mujer señala a las fuerzas de seguridad israelíes que disparan balas de goma para dispersar a los palestinos que lanzaban piedras en medio de enfrentamientos en la ciudad cisjordana de Hebrón, el 9 de febrero de 2022. © Hazem Bader/AFP vía Getty Images
Actos icónicos de protesta en 2022
A lo largo de 2022 tuvieron lugar actos icónicos de resistencia que pasarán a la historia, como los de las mujeres afganas que salieron a la calle para protestar contra el régimen talibán o los de las mujeres iraníes que subieron a internet vídeos en los que se cortaban el cabello en protesta por las abusivas leyes del país sobre la obligatoriedad de llevar velo. Los actos de protesta pacífica nos empoderan y recuerdan a quienes ejercen el poder que no nos pueden arrebatar nuestro derecho a exigir cambios y a reunirnos libremente. Estas manifestaciones son un testimonio del coraje y la determinación de muchas personas que muestran su compromiso con la justicia y la libertad, y han inspirado a muchos hombres y mujeres en todo el mundo.
Así lo cuenta Amnistía Internacional en su Informe Anual 2022/23 donde se recogen los casos más alarmantes de represión gubernamental, incluyendo la violencia policial, la criminalización de los manifestantes y el uso de la fuerza excesiva para sofocar las protestas pacíficas. En 31 países, según el informe, se desplegó el ejército para controlar las protestas y, en 76, se detuvieron arbitrariamente a quienes defendían los derechos humanos. En 34, se cometieron desapariciones forzadas.
Por ejemplo, Irán fue escenario de protestas masivas en las que los ciudadanos y ciudadanas salieron a la calle para expresar su descontento con el gobierno. La gente mostró su frustración por la falta de libertades, la censura en los medios de comunicación y las redes sociales, así como por la brutalidad policial y la detención arbitraria de activistas y disidentes. A pesar de la naturaleza pacífica de estas protestas, las fuerzas de seguridad iraníes respondieron con una violencia desmedida. Dispararon munición real y perdigones contra los y las manifestantes. Cientos de personas murieron y otras miles resultaron heridas o detenidas injustamente.
Un hombre sostiene una pancarta que dice “Nueva Constitución” mientras los agentes de policía hacen guardia durante una protesta contra el gobierno, en Lima, Perú. © REUTERS/Sebastian Castaneda
Protesta estudiantil celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica. © Sharon Seretlo/Gallo Images vía Getty Images
En Perú, durante la crisis política que siguió a la destitución del expresidente Pedro Castillo, la gente se organizó para expresar su descontento con el gobierno y exigir cambios políticos y sociales. En varios casos, la respuesta de las autoridades a las protestas se tradujo en violaciones de derechos humanos, incluido el uso ilegítimo de la fuerza. Al menos 48 personas murieron violentamente en manifestaciones y decenas más resultaron heridas.
Otro ejemplo inspirador de la fuerza y la resistencia humana lo vimos en Afganistán, donde la determinación y el coraje de las mujeres quedó patente. A lo largo del año, muchas personas arriesgaron sus vidas y libertades y se expusieron a ser detenidas de manera arbitraria, a ser torturadas o desaparecidas al negarse a ser silenciadas o reprimidas por los talibanes y luchar por sus derechos. La policía utilizó una fuerza excesiva e innecesaria contra ellas, creando un verdadero clima de terror.
“Los gobiernos deben respetar y facilitar el ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica y asociación. Es preciso respetar y proteger la labor de los defensores y defensoras de los derechos humanos y garantizar un entorno propicio para las protestas pacíficas.”
Los gobiernos deben respetar y facilitar el ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación. Pero esto tampoco sucedió en Sri Lanka, donde la policía empleó munición real, gas lacrimógeno y cañones de agua contra multitudes mayoritariamente pacíficas que protestaban por la crisis económica, causando muertes y heridas. En Bangladesh, la policía utilizó munición real y balas de goma, granadas aturdidoras y gas lacrimógeno para dispersar protestas de estudiantes y de trabajadores, mientras que, en Pakistán, las autoridades disolvieron por la fuerza protestas pacíficas de activistas y familiares de personas sometidas a desaparición forzada.
En enero tuvo lugar en Kazajistán un estallido repentino de protestas multitudinarias para reivindicar reformas. La respuesta de las autoridades fue practicar más de 10.000 arrestos, usar munición real y balas de goma, calificar de “terroristas” a quienes se manifestaban y recurrir a los malos tratos y a la detención en condiciones inhumanas.
Un manifestante contra la guerra en Ucrania es arrestado en el centro de Moscú, Rusia, el 28 de febrero de 2022. © Daniil Danchenko/NurPhoto vía Getty Images
En Rusia, las autoridades persiguieron implacablemente no sólo a quienes participaban en protestas sino también a las entidades de observación. La policía disolvió protestas pacíficas contra la guerra en Ucrania y la llamada a filas, a menudo haciendo un uso excesivo de la fuerza. Más de 19.400 personas fueron arrestadas, entre ellas periodistas que cubrían las protestas. La mayoría se enfrentó a fuertes multas o a periodos de detención administrativa. Hubo una escalada de la represión contra grupos de la sociedad civil y movimientos de oposición.
El informe anual de Amnistía Internacional y el compromiso con la verdad
El informe anual de Amnistía Internacional recoge muchos más casos y recuerda que la protesta pacífica es un derecho fundamental que no puede ser ignorado ni reprimido por ningún gobierno o autoridad. A lo largo de la historia, hemos visto cómo el poder de las manifestaciones pacíficas ha logrado cambios significativos en la sociedad. Desde Gandhi hasta Martin Luther King, pasando por las mujeres sufragistas y los activistas por los derechos civiles de hoy en día, la protesta pacífica ha sido una de las formas más poderosas de luchar contra la injusticia y la opresión y un catalizador para el cambio positivo en todo el mundo. Es responsabilidad de toda la sociedad tomar conciencia de la importancia de defender y promover la protesta pacífica como un derecho fundamental. Los gobiernos, por su parte, tienen la responsabilidad de proteger y garantizar este derecho, permitiendo que las protestas se desarrollen sin interferencias indebidas y asegurando que quienes participan en ellas no sean objeto de represalias.
No pierdas la oportunidad de formar parte de la lucha por los derechos humanos en todo el mundo. Descarga el Informe Anual de Amnistía Internacional y ayúdanos a construir un mundo donde la justicia y la libertad prevalezcan.
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