El 24 de octubre de 2018, hombres armados entraron a la comunidad de Coloradas de la Virgen, en Chihuahua, y asesinaron a Julián Carrillo. El líder Indígena Rarámuri había sido previamente víctima de amenazas y hostigamiento en relación a su defensa del territorio ancestral en la Sierra Tarahumara. Al menos cinco otros miembros de su familia habían sido asesinados en los últimos años.
A tres meses de su asesinato, las autoridades mexicanas aún no han identificado a los responsables para llevarlos ante la justicia.
Julián Carrillo era beneficiario desde el 2014 de medidas de protección brindadas por el Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, a cargo de la Secretaría de Gobernación, tras un análisis de los graves riesgos que se enfrentaba. Sin embargo, las medidas – que incluían teléfonos satelitales, botones de pánico y escoltas de policías para acompañarlo en sus traslados – no fueron suficientes para impedir su asesinato.
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